Es humano. El común de los mortales no tenemos la bondad suficiente ni tan desarrollada como para no odiar, aunque solo sea por un instante -y de la manera más visceral imaginable- a ese manager que torpedeó tu carrera. Sigue leyendo
Es humano. El común de los mortales no tenemos la bondad suficiente ni tan desarrollada como para no odiar, aunque solo sea por un instante -y de la manera más visceral imaginable- a ese manager que torpedeó tu carrera. Sigue leyendo