Muchas son las noticias que aparecen justo cuando tecleamos esa palabra neutra -a mi modo de parecer- tan desgastada en Google.
Que por cierto, aún no he conseguido averiguar la causa por la que suele hacer acompañar por «San». Bendito el día en que empecemos a denominar a las empresas por San Repsol, Santa Coca-Cola, San Mercadona o San Apple. Y digo bendito porque ése mismo día yo también seré San Eduardo y harán figuritas a las que podrán a rezar los más católicos.
Mala forma de empezar un post, con dos imprecisiones tan salvajes. Y banales.
Pero en líneas generales, no me interesa tanto el tema de las figurillas, como sí lo hace la estupidez de parte del tejido empresarial del territorio del que formo parte. También es cierto, que no es Google la tecnología que nos proporciona la verdad absoluta en ninguno de los casos, pero es en éstos temas de crisis, la palabra del Registro Mercantil tenga cierta prioridad. Y puestos a hacer estudios, yo también hago los míos dotados de tanta credibilidad como la vida misma.
Mi pregunta es la siguiente: por qué, si necesito 5 presupuestos de alguna cuestión concreta, debo contar con el envío de un 400% (sobre respuestas) de solicitudes a empresas que yo mismo he buscado, seleccionado y contactado. Y desde aquí mi crítica. Admito que un par de ellas entiendan mi petición como peccata minuta y hoygan, no están dispuestos a rebajarse a ésos niveles tan ínfimos -quizá- de ganancia. A la par, también entiendo lo contrario, que la propuesta sobrepase las posibilidades de llevarla a cabo a alguna de ellas y prefieran no machacar la lealtad a su ética y principios, cual popularmente dicho conocido «manolete, si no sabes, pa’ qué te metes».
Hagamos un ejercicio matemático. De esas 20 empresas, salvo 5 que presentan rápidamente sus propuestas, 2 que sólo responden a las peticiones del Todopoderoso y una -quizá dos- que tienen miedo al atrevimiento o pueden verse colapsadas y vamos a ponerle una pega a otra, diciendo que el método de contacto estaba equivocado… aspecto imperdonable, pero posible. De cualquier modo me sobran, en condiciones normales, 11 de esas empresas súper especializadas y excelentes en sus tareas.
Sobran. Dicho pronto y mal, pero actúan y son fantasmas. Y oiga, lo peor no es que lo diga yo, eso tendría fácil solución cambiando mi opinión, pero no la de muchos otros clientes que, por inanición cesarán en la posibilidad de trabajo con éstas empresas. Y lo confirmo tras contactar por activa y por pasiva con dichas empresas fantasma, que me hacen más un favor que un cliente, enviándome su propuesta tarde y mal.
Finalmente, me compadezco de aquellos empleados -sobre todo-, gerentes e inversores que dedican su tiempo pasado y presente en trabajar en ¿organizaciones? que no contestan a las peticiones de posibles clientes.
Mañana, le echaremos la culpa a la crisis por las caídas de ayer, pero nunca saldremos de ella para poder camuflar nuestros fracasos porque nunca tuvimos ganas de hacer las cosas bien.
Sólo cuando baje la marea sabremos quién estaba nadando desnudo.
Warren Buffet (1930) Inversor, empresario y filántropo estadounidense.
Clap, clap, clap. Esta vez, no voy a hacer un comentario kilométrico, sino que me voy a contentar con quitarme el sombrero. Yo también hice esa misma reflexión muchas veces. No tengo nada que agregar: #chapó.
Gracias, gracias…
Quizás si supieramos los valores reales de las empresas con quienes tratamos ganaríamos tiempo.
Quizás si ofrecieramos estos públicamente ayudaríamos a las buenas y eficientes organizaciones a conocernos acercarse o descartarnos ahorrándonos mútuamente ese tiempo que tanto vale.
Quizás si esos valores no fueran una pantalla de responsabilidad corporativa sino una practica diaria de cada uno de sus integrantes podríamos evaluar las propuestas, capacidades y calidad de lo que interviene en el posible acuerdo por la mejora general de la transparencia de las organizaciones.
Quizás si las organizaciones que actuaran así nos conocieramos nos elegiríamos mutuamente como partners contribuyendo a desbrozar el campo económico de malas prácticas, ineficiencia, incomunicación, engaño, faroles… Sería mucho mas facil salir de la crisis.
Me gusta el post 🙂
Un saludo
Hola Jose, lo primero agradecerte el comentario. No podría estar más de acuerdo contigo. Casi prefiero no tener una extensa documentación sobre responsabilidad social corporativa que tenerla de adorno, como tantas otras cosas. En cualquier caso, si no se mastica día a día y desde dentro -predicando con el ejemplo-, no sirve de nada.
Cuánta ineficiencia en la empresa, ¿verdad? Yo siempre trato de aportar mi granito donde participo… la sensatez en la gestión es algo que se perdió hace tiempo y deberíamos recuperarla.
Una vez más, gracias y saludos
Nos leemos 😉
A mi se me ha ocurrido generar un codigo ,en el cual por un lado tengo lo que el que el cliente opina de mi y en el otro cual es mi valor en el mercado,rsc incluida .Puede ser un buen termometro para saber que tengo que mejorar.
Sin ninguna duda Jose… pocas empresas piensan a dia a de hoy que quien paga (y manda) es su cliente. Muy buena medición 😉