en Experiencia

Sobre la supervivencia fanática

Bien es conocido por mi entorno más cercano, aquel que soporta mis penurias vitales, que recientemente he sido admitido en un importante, qué digo importante, importantísimo –alimentemos el autobombo-  programa de desarrollo de potenciales modelos de negocio subvencionado por uno de aquellos Ministerios madrileños que tan dudosa efectividad, eficiencia y eficacia levantan en muchos de nosotros cuando aparecen en los telediarios –no los llamaré informativos, porque no lo son- que escupen nuestros televisores y tan poca atención les prestamos.

En fin, la gracia de todo aquello que describo me obliga a desplazamientos constantes aunque leves a la Capital de Estado. Causa y justificación severa para provocar que aquí, el renovado filósofo, haya tenido que buscar métodos de transporte alternativos a ese recurso tan preciado denominado coche. Total, que AVE que te parió, allá va Edu. Y la verdad, si esto de las locomotoras siempre me ha llamado la atención, con el recién estrenado tramo Madrid – Valencia he quedado totalmente fascinado, por su comodidad, velocidad y extravagancia.

No obstante, no era ése el tema que me rondaba la cabeza cuando había pensado plasmar un impacto cerebral en un texto tan incoherente como éste.

Hasta ahora no lo he dicho, pero el motivo de viajar en tren era precisamente el lugar en que me debía reunir y la cercanía de éste lugar al estadio Santiago Bernabéu, incluída celebración Madrid – Barça y colapso de las calles adyacentes. Y es que sobrevivir a éstos eventos ya no es cuestión de ocio, ni de fanatismo, ni de afinidad. Sino de mera supervivencia ante las circunstancias.

Situémonos, metro dirección Atocha –éste ya no tiene las bondades tecnológicas del AVE-, cruce de trenes en una parada. Se oyen gritos underground, todos quedamos extrañados en el vagón, de repente se detiene el convoy que circulaba en dirección opuesta a la nuestra, se abren las puertas y el sonido ya adquiere la calidad de un HiFi Sorround 3D con eco y lo acompaña inmediatamente una imagen espectacularmente graciosa a dos cristales de ventana de distancia. Los gritos pertenecían a un grupo enloquecido y gracioso de seguidores disfrazados de jugadores del Barça gritando, coreando y haciendo bailar junto a ellos a un único aficionado del rival disfrazado como la plantilla del Real Madrid. Y yo me pregunto, ¿esto es deportividad o supervivencia?

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