Están absolutamente locos. Solamente a un animal sin escrúpulos, forjado por una educación nula y un adoctrinamiento radical tan estricto como salvaje en una cultura de sangre feroz, producto y resultado, probablemente, de una situación geopolítica de la que nos aprovechamos, es capaz de hacer algo así. Gran suerte la nuestra de haber nacido en el lado bueno y no tener que padecer estas desgracias todos los días.
Aún nadie ha reivindicado el atentado de Niza -aunque siempre será terrorismo-, pero quizá esto también nos sirva para conocer más de cerca de lo que huyen todas esas personas que estamos rechazando y vendiendo a kilos a Turquía, con tan poca humanidad, en una realidad paralela a la catástrofe, hacinadas en naves industriales bajo la tutela del ejército. Quizá sin humanidad porque la agotamos en facebook en días como hoy. Aunque nunca sobra.
Lo que sí sobra es el odio. El odio a lo ajeno, que siempre nos parece inmenso y amenazador. Que de la nada aparecen en discursos políticos de Le Pen o el Trump bobalicón, propios de un estado en guerra, analfabeto.
De ahí que sea tan importante que tomemos en consideración nuestro voto, tan importante cada vez que tenemos esta obligación: hay presidentes que irresponsables alentan el odio, otros ufanos firman declaraciones de guerra en Las Azores, o de forma más leve, gobiernos cuyos ministros de defensa, participan de multinacionales armamentísticas, por no dejar de mirar antes en casa que en lo ajeno.
[#Nice] Vous constatez des contenus illicites ou choquants sur internet ? Signalez-les sur https://t.co/fGWOs7UKXE pic.twitter.com/gyC8dI9uen
— Police Nationale (@PoliceNationale) July 14, 2016
También sobran las imágenes de cadáveres que con tanta ansia consumimos. Parece que son el nuevo opio. Siempre hambrientos de vídeos dantescos para poder decir que lo hemos visto, que lo hemos sufrido como si estuviéramos allí, que nos duele igual.
Para poder decir que es una barbaridad, y sin darnos cuenta ser cómplices del primer imbécil que lo primero que pensó anoche cuando vio treinta y tantos fallecidos en el suelo desangrándose fue ponerse a grabar y compartir la obra macabra en twitter. Ni siquiera por respeto a las víctimas. Para su ego del primero en reproducirlo al mundo y el de los ansiosos que pulsan en el botón de play en bucle, sin darse cuenta de que están cumpliendo con el objetivo publicitario del animal demente que provocó todo esto, porque siempre tenemos la culpa de hacer antes de pensar.
No necesitaríamos ser tan irreductibles, si nos comportásemos más como humanos.
Para comportarse como ser humano, habría que ser humano. Me temo que estamos perdiendo la única condición que nos separa de los seres irracionales. Quizás parte de la solución pase por hacer una reflexión íntima como esta, antes de lanzarlos a, como bien dices, ser los primeros en. Más que nada porque igual es lo que se pretende. Por mi parte: sigo sin tenerle miedo al miedo.
Precisamente a eso me refiero: irreductibles, pero también ante los que nos roban el criterio en casa. Gracias por tu comentario ^^
Edu, amigo, comparto todo lo que dices… a todo esto, métele la mierda del Pokemón GO pá rematar. XD…
Cuidate edu…
jajaja… No deja de ser un mal menor, en este caso.
Eso sí, atento a las consecuencias de la tremenda y rapidísima adopción del juego. Superponemos mundo real y virtual sin medir incompatibilidades, como que haya una concentración de pokemoners (?) en la puerta de un lugar donde se oficie un tema delicado como un funeral, que la ubicación de un punto de concentración donde acuden niños en masa sea una zona con alta delincuencia o el reparto económico del beneficio que el juego genera en ciertos negocios que están viendo como crecen sus beneficios por la repentina afluencia de jugadores. ¡Atento a esto!
Gracias por tu comentario, crack!