A veces me pregunto cómo podemos ser tan idiotas. Como humanos -no siempre personas coherentes- somos capaces de hacer cualquier cosa con tal de recibir en nuestros oídos justo lo que queremos oír rechazando como un autómata sistemáticamente todo lo que pese a que sabemos que es una realidad, no nos gustaría escuchar.
Ahora que la mayestática roja ha perdido la Copa Confederaciones, el sector político está fino entre ERE’s, conseguidores, Bárcenas está poniendo en jaque a la que antes era su casa desde su celda, el presupuesto del CSIC agonizando y además hace calor (cualquier excusa es buena), el mundo del emprendedor / emprendimiento / emprendedurismo / emprendedurísimo / emprehundimiento… (qué ridículo me siento), rebrota de nuevo como el elixir social, pese a lo rancio por lo prostituido que se encuentra.
Quizá esta acepción le parezca relajante, pero les pediré que hagan el ejercicio sencillo de pensar el destino de un elixir bucal después de darle uso, literalmente.
Ahora, acotemos el término «emprendedor» en términos de realidad, es decir, dejando huérfano de tonterías idílicas a un término que jamás debió tenerlas asociadas, aunque no deja de ser una opinión personal:
- Ser emprendedor no es una actitud únicamente, ni una forma de vida. Ni siquiera una visión particular de la vida. Negaré haber dicho esto.
- Mucho menos, aquello de montar clones de startups americanas en un contexto que, en muchas ocasiones, ni se le parece, ni tiene sentido.
- Ser emprendedor no es apagar el despertador de un porrazo mientras piensa que se va a comer el mundo, sino levantarse a las cinco de la mañana para trabajar.
- Tampoco es en lo que se conviertirá después de una sesión de coaching barato. Ni del caro.
- Emprender es riesgo.
- Emprender es una obsesión.
- Emprender es una locura.
- Emprender es una enfermedad mental.
- Emprender es -a veces- esclavitud.
- Emprender es arriesgarse a que nadie le contrate en un futuro próximo por miedo de su empleador a que le levante el negocio. Recuerda dónde juega y jugará. Por otro lado, si no consigue ese contrato por cuenta ajena, demostrará ser un completo inútil en dos ocasiones consecutivas.
- A veces, incluso, una irresponsabilidad.
Haber visto casos en los que se abandona todo por una idea mal entendida o por una esperanza sobre una tendencia infundada, sobrestimando las posibilidades de poder seguir llevando lombrices en el pico hasta el nido, del que en ocasiones dependen otros, es de locos. Esto no es de emprendedor, ni de apasionados ni de valientes. Pese a que sean atributos necesarios para que se dé la situación, es de ciego demente. Lamentablemente, es algo que se promociona aunque no tenga sentido.
Veo con frecuencia como allegados -y no tanto- me cuentan su super-idea-de-negocio. No sabría decir si me ven como una eminencia, lo que les situaría en un estado de engaño ilusionado, o simplemente es la tónica general al ver tal volumen de golondrinas volando bajo a la vez. Vistos los datos al alza de creación de empresas, apostaría por que efectivamente es una tendencia. Es cool. Me asusta.
Me aterroriza ver como suceden estas cosas sin saber lo que es un CIF o el riesgo que se asume con una actividad empresarial, monedas sumergidas aparte. Esta tendencia provocada al más puro estilo David Copperfield en plan masivo, es uno de los datos con los que políticos de todos los bandos (porque son bandidos) se llenan la boca. Todos estamos de acuerdo en que si algo está en la boca de un político, no debe ser del todo saludable, para su reflexión.
Pero el proceso sigue: después de haber vencido la etapa que podríamos llamar «no te lo cuento hasta que lo patente«, en cuyo instante salta a la luz una pregunta irresoluble del tipo ¿entonces para qué viene a decírmelo? ¿acaso piensa que le rogaré que me la cuente después de tal enunciado sensacionalista? se resuelve con la aparición inmediata del «te lo cuento, pero ni se te ocurra compartirlo con nadie». Querido lector, si se ha visto en esta situación de rogar secreto de sumario a su interlocutor, por favor, le aconsejo que haga este ejercicio en el silencio de su hogar de cara a un espejo al menos en tres ocasiones.
Su idea vale menos que sólo una de las magdalenas que acompañan al café que se toma por las mañanas.
Efectivamente, pronto se dará cuenta de que sería una absoluta locura contar tal gilipollez por el mundo, a no ser que se sienta usted cómodo cuando se ríen de su persona sin tapujos. Por supuesto, tampoco debe enterarse el ingeniero industrial o informático que tendría la capacitación profesional suficiente para llevar a cabo la tontería que tiene usted en la cabeza.
Podríamos acuñar este proceso como Tu Idea de Tres Cervezas®. #ojocuidao, pero con la proyección de Richard Branson y Virgin, simplemente porque aquello de Steve Jobs y Apple es algo como demasiado conocido y por ende superable, aunque se enfrente a un sector que desconoce.
Emprender es un mundo lleno de trabas.
Si no tiene una buena orientación a cliente (o lo que es lo mismo: si no se ha dado un par de hostias de verdad y se ha dado cuenta de quién le paga [crédito extra: no es tu inversor]) hasta su mismísimo cliente será un inconveniente. Querrá vender mil, pero sólo le comprarán diez. Porque en el mejor caso, es lo indicado en ese business plan (con su permiso esto ya lo dejamos para otro post), que a su vez usará para captar los 250k€ de inversión de rigor que toda start-up que se precie debe solicitar en el peor de los casos y siendo modestos. Este punto, más que para otro post, lo dejamos para sus sueños.
A sus propios proveedores querrá comprarles 10, pero ellos se empeñarán en sus pedidos mínimo de 1.000 euros. Otro estándar de la chistera que deberá evitar llevando a su realidad a ese cerdo capitalista que más que su aliado parece ser el primer interesado en hundir su línea de flotación mientras mete la mano en su caja.
Temas de banca, socios y personales aparte, con las administración nos hemos topado. Si ha tenido la suerte de no tener necesidad de enfrentarse a ella, reciba un consejo: evítela tanto como pueda. Jamás podrá hacer mejor inversión que 200€ a un profesional dedicado a esto. Imagine que las administraciones, con todas sus incoherencias e inutilidades, es un juez. Usted jamás iría solo a un juicio donde estuviera en juego parte de su patrimonio. En este caso, la administración decide arbitrariamente la cantidad mínima de tiempo que va a desperdiciar de su vida, de su trabajo y de su paciencia. Tiene la opción de contratar a un profesional de la burocracia o la alternativa, que consiste en un suculento mes y medio de parálisis inútil patrocinada por su gobierno, si es primerizo casi con toda seguridad llevará incluídas de 2 a 4 metidas de pata que incluso pueden rondar la ilegalidad. Lo que podría ser considerado un epic win justo durante el prometedor comienzo de su actividad.
Emprender no es un pelotazo.
Me gustaría recordarle, siguiendo el ejemplo, lo complejo del proceso y su esfuerzo personal para conseguir ese cliente al que le ha vendido el paquete de 1000 euros. ¡ENHORABUENA! Indicarle que únicamente le falta formalizar el cobro. Si consigue superar todos los inconvenientes anteriores, le presento al que de verdad será su dolor de cabeza. Un consejo: sea claro y honesto con sus clientes desde el principio.
Competidores noveles de Google, eBay, twitter o algunos otros -por supuesto mucho más sensatos- que piensan que su compañía puede hacerle la competencia a foursquare porque su smartphone integra un GPS, jamás les diré que es imposible, sólo que es altamente infrecuente y estadísticamente improbable que suceda, que sea su compañía y que acierte en esa diana eventual en la que miles de millones de factores influyen y usted no tiene el más mínimo ápice posible de hacer sobre ellos una corrección.
Sea realista.
Si acaso, -consejo en exclusiva que va a recibir por ser lector de este blog (pero no me lo copie, por favor)- céntrese en tener los pies en el suelo, vigile tan de cerca como los valores de su analítica de sangre anual las personas con las que se embarca en el proyecto y valore si son realmente necesarias y si controlan lo que prometen, controle que sus ingresos sean superiores a sus gastos (¿fácil, verdad?), desvívase en encontrar la forma de aportar tanto valor como pueda sin que le suponga un esfuerzo demasiado elevado, consiga que su negocio tenga una tendencia alcista y preocúpese ante todo de ser una de las aventajadas empresas que conforman el selecto grupo de supervivientes al cuarto año desde su fundación, que no es superior al 10%, y haga todo tan simple como pueda. Ya hay demasiados temas presentes en su negocio que le afectan pero no dependen de usted como para ponerse a buscar nomenclaturas yankies o a divagar sobre la nueva carta de colores de donde elegirá el mejor para su futuro y siempre horrible Porsche Cayenne Turbo.
Querido emprendedor, siento haber hundido sus expectativas y multimillonaria compañía por la que todos los inversores se matarán por participar, ahora sumergida en el fondo más oscuro del océano. Estoy seguro de que algún día me lo agradecerá. Aún así, si después de tener en cuenta todo esto igualmente decide ponerse en marcha, podríamos decir que es usted un incauto, un loco o un obseso, pero de todos modos, no deje de compartirlo conmigo. Eso sí, mejor en el punto en el que crea que realmente pueda ayudarle de verdad o directamente para compartir el éxito que está teniendo. En cualquier caso, #ILikeIt!
Webmenciones
[…] lo demás, sólo son pamplinas incoherentes para quitarle el miedo a emprender. Dicho sea de paso, le invito a tomar un rol activo en esta […]
[…] novela basada en el siglo XII. Tanto o más (y después) de la moda de “emprender”. Sobre el mundo del emprendedor: emprender o no emprender. Texto del que estoy orgulloso tras la enorme acogida que tuvo. Les prometo ser breve con esta […]
[…] ← Sobre el mundo del emprendedor: emprender o no emprender. […]
[…] Seguir leyendo el artículo… […]
[…] Si te interesa esta #tsNews!, sigue leyendo … […]
[…] Sobre el mundo del emprendedor: emprender o no emprender […]
[…] See on periplaneto.wordpress.com […]
[…] A veces me pregunto cómo podemos ser tan idiotas. Como humanos -no siempre personas coherentes- somos capaces de hacer cualquier cosa con tal de recibir en nuestros oídos justo lo que queremos oír … […]