A veces se nos calienta la boca. Podríamos decir, que si esa comunicación es teclado mediante, siempre nos crece un ardor propio y una falsa valentía que permite elevar lo jocoso a otro nivel. Y entonces llega un punto en el que nos ponemos serios y se nos van los comentarios desde un criterio aceptable. A todos nos gusta tener razón.
Precisamente hace un par de noches andaba cenando con un amigo que de entre un montón de cosas, nos señaló que ya no soy tan ácido en twitter. Creo que en realidad no es que sea ácido, sino que por confeso, leal y abierto a quien me trata bien, suelo gozar de una confianza extra para decir cualquier barbaridad a quien me conozca, que no se va a sonrojar ni molestar. Cosas del feeling, entendido de la mejor manera. Nunca tiro a matar, salvo a quien se lo merece. Como todo el mundo. De lo contrario, sería un maleducado.
Y luego existe esa gente que se cree con derecho a criticar cualquier cosa y si puede ser, cayendo en la especulación de lo que no sabe pero en lo que le gustaría poder tener razón. Por supuesto, amparados en la libertad de expresión y opinión, pero sin medir el daño que puede hacer, que en realidad es lo que duele.
Hablando de amigos, otro me contaba el verano pasado que en la época en la que estaba haciendo las prácticas para obtener su carné de conducir, su profesor de autoescuela le decía continuamente que lo más importante para saber correr, es saber frenar. Creo que todos podemos considerar esto una lección sencilla, pero a la altura de la de un maestro sensei.
Y de esto va la buena crítica, de saber medirla. Y no escupirla al más puro estilo far west.
Volviendo al cuñadismo, tema del que hablaba @cavalleto en Cuñados 2.0: Los difusores de bulos de un modo muy acertado, tengo que decir, porque es la chispa por la que inicié esa conversación, que esa señalada especulación de “¿Cuánto habrán pagado? Lamentable.” es precisamente lo lamentable. Creernos por encima del bien y del mal.
Claro está, que afirmaciones de este tipo tienen tantos adeptos como opositores. En tanto que tratan de ser provocadoras, no dan lugar a la indiferencia si es un tema por el que sientes interés. Lo más normal, como pasó, es que más allá de la mera provocación, se pasen a temas menores como en este caso “ya está bien de poner como ejemplo…”, “eso se ha hecho siempre” o directamente irrespetuosos como “su producto es una mierda”. Siempre de manera radical y con un absolutismo impertinente que da miedo. No hay lugar para las medias tintas.
No paso a relatar todos los comentarios, puesto que daría la impresión de que mi intención es ensañarme con la persona que hizo esta publicación y no es así. Mucho más allá de eso, es simplemente el ejemplo para la reflexión que lanzo al aire sobre lo poco que pensamos en lo que decimos en los social media. Lugar en el que, por cierto, quedan almacenadas las barbaridades que decimos, para la posteridad.
Evidentemente, no todo vale en la gestión empresarial y probablemente los ejemplos o casos de éxito en medios de comunicación deberían estar más cuidados por ellos mismos en tanto que pueden alentar a conductas poco morales. Pero siempre son y serán subjetivos y este aspecto tiene poco remedio a gusto de todos.
El criterio moral universal no reside en nadie. Sin embargo, en algún momento se nos ha olvidado que la mejor censura a un medio en tanto que no estamos de acuerdo con su contenido, es no consumir -precisamente- sus contenidos. Si además, conocemos un poquito del funcionamiento de la prensa on-line, compartir enlaces en redes sociales no es la mejor manera de ahogar su negocio.
El debate de que muy poca gente necesita un flamante iPhone en el bolsillo para ser trendy, ya lo dejamos para otro día. Y el de la importación de terminales de los que no vemos ni olemos ni manufactura ni impuestos (de la empresa, o únicamente en aduanas), ya para pasado mañana, que hoy queda leer la prensa para vigilar qué está mal hecho para que no se nos escape la crítica en busca de la famosa viralidad. Para qué estarían los cuñaos si no.
Desde luego, lo que parece evidente es que una empresa de tercera regional con expectativas de crecimiento haga uso del imaginario social haciendo referencia a los productos de una multinacional enorme para tratar de compararse, no es sodomizable aunque no hagan I+D. Aunque lancen notas de prensa y los medios las publiquen.
Ahora, estaría genial que comentaran todos aquellos que tienen una empresa en propiedad y hacen una inversión en I+D ‘de las que nos merecemos como país’, que dieran un paso al frente y comentaran las dificultades que han ido encontrando por el camino. Al menos podríamos pasarle la conversación a los de MyWigo para que pudieran ponerse manos a la obra en eso que consideramos que están carentes. Y tal y tal y tal.
En definitiva, la conversación jocosa acaba cuando consultas a los conversadores cómo hacen ellos aquello de la I+D en sus negocios, si es que tienen y pueden intuir de lo que están hablando. O en el mejor de los casos, con qué modestia han dado a conocer su actividad a través de medios, o es que simplemente han sido ignorados cada vez que lo han intentado. Eso sí, lo peor es provocar y sentirte molesto cuando te responden con la misma intensidad.
PD: Salvando las distancias de este caso concreto y sin ánimo de atacar ni de hacer más daño del que se hace uno mismo con palabras propias, he dejado pasar una semana desde la publicación de esa reflexión, visible en facebook. No obstante, la soberbia y el parafraseo malintencionado, siguen ahí.
Adopto desde ya la frase «lo más importante para saber correr, es saber frenar» como mía. Soy de la opinión de que en esta vida se puede decir todo, con respeto y educación, eso sí, cuidando el contexto y el formato. A veces se nos olvida que no tenemos a la otra persona delante y nos pasamos de frenada…
En este orden de cosas, a mí dime siempre lo que quieras. Que puede que hasta te conteste 😉
Totalmente de acuerdo. A veces se nos suben el número de seguidores a la cabeza, algo que debemos evitar a toda costa.