en Experiencia

Afeitado clásico

Ya hacía tiempo que venía estudiando la manera de evitar deslizar sobre la piel de mi cara quinientas cuchillas en paralelo que me provocaban una irritación innecesaria, con todo lo que conlleva tener la cara ardiendo al menos media mañana y ver el cosmos completo al día siguiente.

Además, por algún motivo que desconozco, los recambios de las maquinillas convencionales -que son capaces de reproducir movimientos elásticos propios de yoga-, tienen un precio equiparable a la sangre de unicornio que usamos en la impresora; tema con el que -capacidades económicas aparte- no estoy de acuerdo para nada y como tal, me rebelo.

Así que ya tenemos dos motivos por los que salir del circuito estándar de afeitado comercial de grandes superficies.

Moda hipster aparte, empecé la búsqueda con las navajas clásicas de barbero por aquello de que parecía más auténtico (probablemente a causa/por culpa del cine) y sobre todo porque pienso que las herramientas, cuanto más simples son más adaptables y por tanto polivalentes, además de que mejoran la destreza del que las usa. Sin embargo, tras una largo estudio documental (jajaja) descubrí que el procedimiento era demasiado trastorno para el día a día, más por lo laborioso que por lo complejo. Y lo mismo se repetía con las navajas de cuchilla desechable, que lo único que salvaban era el afilado de la hoja en un trozo de cuero tenso. Una parafernalia.

Afeitado clásico

Razor blades universales

A partir de ese punto es cuando descubrí las maquinillas de afeitado clásico, cuyo recambio son únicamente las hojas de afeitado de doble filo. Me gustaron porque aprovechan la eficiencia de las navajas, evitan la irritación innecesaria y ganas en control y elegancia.

Por otro lado, también resolvía el problema del precio: es más que asequible teniendo en cuenta que la maquinilla tiene una duración infinita con un mantenimiento mínimo, no existe preocupación por la caducidad de los recambios comerciales de tal o cual modelo y sobre todo la variedad de hojas de afeitado es enorme, pudiendo así encontrar la hoja que más se ajusta a lo que necesitas según dureza de pelo y piel, todo sin cambiar de maquinilla.

Mühle R106

Despiece de la Mühle R016

En definitiva, después de mucho comparar, el modelo agraciado ha sido una Mühle R106 de fabricación artesanal alemana con la que no puedo estar más contento, tiene una precisión soberbia y cuya adaptación ha sido ultra-rápida. Eso sí, de peine cerrado, al menos por el momento.

Para terminar os diré que vale lo mismo allá donde la encontréis, unos 35 euros. Ya os adelanto que si vale mucho menos, no es siquiera imitación, no tiréis el dinero. Como podéis imaginar, la precisión en este tipo de artilugios que sujetan una cuchilla mientras la deslizas por tu cara, ha de ser astronáutica’. La única diferencia, por tanto, está en los portes, tema que reduje a cero comprándola en barbazul. Luego descubrí que además de tienda española, José Luis, uno de los tres socios, es de lo más majo. Conste que la recomendación es gratis: aquí la maravilla de la que os hablo.

MÜHLE / Filmportrait.

ACUTALIZACIÓN: Mientras escribía estas líneas, justo me ha llegado un correo con un descuento de un 15% en toda la tienda para lo que queda de mes con el código ‘JULIO16’.

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