en Opinión

Sobre la infidelidad a los ideales propios 2/2

Bien es cierto que las segundas partes lo son porque deben referirse a las primeras. Si no, no serían segundas. Dejaré a la libertad del lector la conexión entre el primero y éste mismo.

Es éste texto, más que la infidelidad del que hablaba el primero, el tema es algo -a mi parecer- más complejo e importante, pues no afecta a la complicidad o la durabilidad de una pareja de individuos, sino que atenta directamente contra la integridad de la persona, de aquel que predica ideales contrarios a las acciones que públicamente se le reconocen.

Sólo al leer el segundo párrafo estoy seguro de que cada uno tiene ya una más o menos moderada lista puesto que tendemos a huir de éste tipo de personas que, sin ninguna duda y a nuestro parecer, viven actuando de ésta forma. Son aquellos que al mirarse al espejo ven a un mesías, pero que en sus decisiones diarias piensan y calibran de que forma tomarlas para que aunque sean contrarias a lo promulgado, no pueda un tercero ensalzar esa falta de autocontrol. Es el miedo a la crítica, al no reconocimiento público de lo deseado. Es el miedo al fracaso social, a que aquellos pocos por los que crees que puedes permitirte adoptar la figura de un líder mediático en alguna parcela vital, dejen de creer que eres.

Punset dice que un gran descubrimiento del ser humano y que muchas personas ignoran o desconocen es que hay vida antes de la muerte. Es muy interesamte dejar de temer a la muerte como líder en los cerebros de los demás, evitar esa responsabilidad del cargo simulado y vivir disfrutando lo que se desea sin esperar a que los demás den su aprobación para elevar infinitamente un ego inútil. Se corre el riesgo de convertirnos en un hipócrita social para el que sólo quedará la crítica, pues los creyentes desaparecen, pero aquellos que han percibido que las nubes propias están más bajas que las de los demás, probablemente no lo perdonarán por la soberbia mostrada y la altura desde la que se les hablaba.

No debe entenderse como una amenaza personal ni comenzar a sufrir un miedo desmesurado al rechazo, sino como una libertad propia en la amplitud de la mente. Hablamos de oportunidades de todo tipo. En cualquier caso oportunidades vitales y necesarias, que podrán resolverse aún si en algún momento se es rechazado en un determinado círculo social. Difícilmente alcanzable si, por contra, el sentimiento es odio. Es entonces cuando la fachada cual edificio catalogado como histórico se mantiene levemente por unos robustos andamios al no tener detrás una estructura moral que lo soporte.

Es necesario evitar ser catalogado como persona no conveniente. Ésto se consigue de un modo fácil siendo coherente con los ideales de los que se presume.

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