Hace tiempo que vengo buscando de forma introspectiva la respuesta a la pregunta ¿qué quiero ser de mayor? y justo después de un empleo inesperado para una campaña de e-mail marketing, me planteo si tengo bien amarrada mi trayectoria profesional o si cursa una deriva que me lleva al limbo de los resolutivos maestrillos de la nada. Por tanto, toca reflexionar sobre la validez de la experiencia pasada en un mundo profesional que marcha a una velocidad ultrasónica y marcar unos objetivos factibles en la realidad de hoy.
Así que paso a enumerar las características de la dedicación profesional ideal que busco y espero encontrar, lo que me atrae y los fallos que hasta hoy, he detectado:
Debe
Permitirme vivir
Eterna disyuntiva sobre vivir para trabajar o trabajar para vivir. ¿Para qué quiero ganar dinero si no puedo salir a escalar, de viaje con mi pareja o a visitar a mi familia?
Que me paguen por pensar
Y no por pensar si los bricks de leche del tercer lineal están correctamente dispuestos. Es un trabajo loable pero muy ingrato, del que por el momento he podido zafarme.
Exigir el 110% de mi
Alineado con el último planteamiento, me aburro muy fácilmente en el ostracismo, con tareas repetitivas o incongruentes que no requieren de una atención especial, extraer conclusiones, estudiar su repercusión o planificar las sucesivas. Ojo, si hay que hacerlas por orden del caudillo se hacen, pero no me pidan motivación durante. Se trata de hacer crecer proyectos, no el ego.
Rodeado de gente que ofrezca lo mejor de sí mismo
Este es probablemente el punto menos exigible en una empresa, pero qué duda cabe de que un equipo altamente competitivo pasa por ser autoexigente. Y precisamente este aspecto pasa por no meterse en parcelas ajenas generando discusiones totalmente inútiles.
Permitir formarme
Prince2, PMP, Lean Management en general, Scrum y cualquier otro método iterativo, siguen a la vista. Además, tampoco estaría de más aprender algún lenguaje de programación.
No depender de turnos
Es extremadamente quemante que el trabajo por el que recibes una remuneración se defina a razón de la disponibilidad de un procedimiento dispuesto por turnos cual atornilladores de retrovisores en una factoría. Saber cuándo vas a descansar y cuándo vas a tener tu tiempo libre, lejos de aburrido, puede crear el punto motivante del día.
¿Qué fallos he cometido (y detectado)?
Que la gestión no lo es todo
Cuando nadie sale a vender, es imposible sostener nada. Y aunque no sea el cometido directo de la gerencia, es fundamental para planteamientos futuros. ¿Quién no ha dicho eso de ‘lo deciden desde sus oficinas, aquí los quería ver yo’? Pues eso, pero sufrido desde los dos puntos de vista.
Que no se pueden gestionar sectores cuando se desconocen
Un gran fallo en Taxi&Win fue asumir que el consejo de la aceleradora de no externalizar las betas de desarrollo por aquello de que no tendríamos control sobre la escalabilidad del producto, era cierto. Además, eso nos obligó a meternos en un berenjenal de entrevistas y promesas cuando lo que teníamos era NADA. La tracción ya tal. A cambio me llevo amistades más que interesantes, eso sí.
Permitir que gestione cualquiera
Más allá de la cuestión del sentido común, hay ocasiones en las que para hacer más partícipe a parte del equipo, dejas que sea éste el que toma partido. Por retomar el caso de Taxi&Win, que tu socio pretenda elegir todo el equipo de desarrollo porque son sus amigotes, que a su vez se creen dioses a los que hay que rogar disponibilidad y cuestionan a la vez para qué es necesario alguien de comunicación. Un suicidio del que tendríamos que haber salido antes de empezar.
No vigilar la implicación de socios
Que la implicación lo es todo. Y cuando disminuye o deja de existir motivación en cumplir objetivos hay que rebanar el problema de raíz. Por supuesto, valorar si es posible corregir la situación y alinearla al objetivo común de nuevo (que quizá hasta haya cambiado del original/actual), pero si no, sin dramas, pero de raíz. Dar por hecho de que si alguien es parte de algo va a tener motivación para llevarlo a cabo, es un error grave.
Que Crunchbase es prescindible en el día a día
De la misma manera que la prensa en general. Muy pocos y en entornos muy concretos son los que se plantean modificar un negocio por una situación política o porque el fondo europeo suba o baje los tipos de interés. Mucho menos porque la spin-off X de un calibre 20M$ mayor que tú haya sido adquirida por Microsoft. Atento a la legislación local, y solo de reojo. Es probable que sea más productivo tirar esos 20 minutos diarios a la basura haciéndote un selfie en un Starbucks.
Perder el foco
Cuando haces millones de cosas a la vez, no yerro si planteo como afirmación irrebatible que es imposible en hacer algo bien cuando tu inbox está desbordado de porquería y debes atender hasta que el tique de nosequé de fulanito se pierda antes de registrarlo contablemente. Estás al detalle o a lo grande, pero no se puede estar en todo.
La tecnología me pierde
O mejor dicho, me hace perder horas y horas como un imán tratando de comprenderla. Y como buen perfeccionista, no cejo en mi empeño hasta que el resultado es el que tenía planificado, o incluso mejor. Aprendo millones de cosas cada día, pero no deja de ser improductivo en tanto que el software no es el fin, sino un medio.
Que el descanso es necesario
Jornadas interminables que acaban cerrando el edificio con tu llame, un día tras otro, revientan a cualquiera. Un mes no, tres tampoco, pero no pruebes dos años seguidos. Vigila muy de cerca el KPI de saludos al personal de seguridad del turno de noche.
Como anécdota, durante mi etapa en el sector inmobiliario en Las Rozas de Madrid hasta principios de este año, teníamos un horario de trabajo partido extensísimo. Permitía ganar dinero, por supuesto a base de calidad de trabajo, pero no disfrutar del resultado. Bien, tras una puente de refresco y descanso de verdad de cinco días y sin tener nada planificado para los tres días restantes de la semana, facturamos más que la media del resto de meses completos. Quizá tuviéramos suerte, pero tener la cabeza despejada para apuntar objetivamente donde se debe, es un plus.
Hecho mejor que perfecto
No me conformo con cualquier cosa desde el germen de su planteamiento. Probablemente este debería ser un hábito a disminuir desde ya y encontrar un equilibrio entre la efectividad, Pareto y valorar quasi únicamente el resultado de las acciones, y no éstas en sí mismas. Al final, el resultado se mide en tiempo y euros.
¿Qué me atrae?
Me atrae la gestión de proyectos, indudablemente. Especialmente de aquellos en los que los avances son tangibles. La gestión de personas como humanos, concretamente. Alinearlas para un objetivo común es algo que -directamente-, me chifla.
Protocolizar, estandarizar (o como lo queramos llamar) acciones que se llevan a cabo en un ambiente de trabajo con el objetivo de hacerlo más eficiente y cómodo para los demás (y la facturación), en términos de productividad personal y organizacional. En mi vida diaria, aunque de forma transparente, pienso constantemente dónde situar, por ejemplo, los abrigos, el material deportivo o X cosa para que suponga un menor esfuerzo recuperarlo en el futuro, para que esté unido a X lugar para que no se olvide, o acumular tareas por procesar en ese montón virtual de papeles encima de esa mesa que no se usa más que para eso. En lo profesional más de lo mismo: huyo de repositorios de carpetas corporativas como de la peste.
Empezar desde abajo en cualquier organización. No hay nada como comprender cómo se hacen las tareas más básicas para comprender en qué se pueden mejorar. Creo en los méritos personales como forma de escalar. Además, me suelo ilusionar con muy poco en cuanto puedo trastear cosas nuevas.
Por último, manejar software para trackear absolutamente TODO. Hasta las llamadas telefónicas o el gasto medio de lo que sea. Incluso en movilidad. No entiendo mi cerebro como un depósito, sino como un procesador. Y cualquier información perdida es un sesgo para tomar una decisión futura.
Ahora a poner en marcha lo establecido. Además dentro de nada estoy disponible profesionalmente, ¿hablamos?.
Edu, me encanta lo que escribis, un poco asi me siento yo, y soy yo.
Creo que tu energia, tus ganas, tu inteligencia, te deparan momentos de real satisfacción en lo emprendas.
Lo quiero para hoy a la tarde.
Sin falta.
Ahora falta que las empresas que me gustan, piensen igual 😉
¡Gracias Mónica!