en Opinión

Expertos Odiadores S.A.

Primero llegó el slow-food, después los bloggers, las IT-girls y los gurús. Más tarde los hipsters, los trolls, los haters, los influencers y ahora vaya usted a saber qué vendrá. Se vislumbra temprano un slow-drink que, combinado con el boom de la franquicia en esta España llena de cuñados, vamos a tener un nuevo e-cigs.

El caso es aprovechar el hype marketiniano de algún iluminado (bienvenido sea, por cierto) con unos cuantos followers de más para aprovechar el tirón de un nombre importado -preferentemente del inglés- que permita clasificar por tribus urbanas a humanos que se adhieren a una tendencia artificial y consumirla de modo explosivo. Mi reino por ser trendy. Lo bonito de todo esto, es que todas esas tendencias (o el modo de generarlas), dejan un estupendo hueco para el negocio, o para crear estrategias de mercado.

Para entendernos, lo que hace el amigo Amancio con el catálogo de sus modelos de prenda de ropa: creación rápida, ofertas flash y consumo explosivo. Eso sí, sabiendo mantenerse en la cresta de la ola, lo que le aporta un beneficio que suma unas cuantas cifras consecutivas y positivas en sus balances. Harto difícil. Sin embargo, los mismos que han impulsado alegremente alguna tendencia de este estilo -directa o indirectamente-, critican cada uno de los movimientos de empresas de este calibre. Por otra parte, cosas de la globalización, esto sucede cada vez más frecuentemente y más rápido. Y bienvenida sea también, dicho sea de paso.

Diría que la mejor manera de describir lo que sucede actualmente es que hacemos constantes llamadas a la acción en contra de compañías enormes que vulneran de tapadillo algún que otro derecho humano, desde nuestro iPhone. Probablemente sabrías definirlo de alguna otra manera, pero creo que esta es la más gráfica sin duda.

Evidentemente, cada uno triunfa a su modo, con sus recursos, moral y principios. Pero cometemos un grave error cuando confundimos la meta con el camino. Y un enorme agravio comparativo cuando generamos críticas a una empresa por inmoral, mientras consumimos como unos auténticos fanáticos productos de otras que hacen exactamente lo mismo.

Un millon de reservas del Apple Watch en un dia

El ‘facebook compra instagram’ de esta semana es el caso de Amancio Ortega, cuya fortuna asciende interminablemente. Es una historia de trayectoria, una prueba de cómo un artesano de la costura llega hasta donde está hoy. Efectivamente, quizá ahora esté en el punto en el que muchos consideramos poco razonable en tanto que parte de sus piezas básicas están fabricadas por manos explotadas laboralmente hablando. Probablemente, en su caso, no lo haríamos así y por tanto mejoraríamos la arista social de su negocio. Pero a su vez, es muy posible que nunca lleguemos a ese punto porque no tenemos esa visión de mercado que él en inicio y ahora su compañía, tienen. Criticamos a Inditex mientras soñamos con servidumbre si nos tocara la lotería. Y esa es una hipocresía igual de asquerosa.

Otro caso es el de MyWiGo. Una empresa de argentinos caídos en Valencia, facturando unos milloncejos de euros, mientras ensamblan aparatos tecnológicos en China. En este caso criticamos a empresas que no hacen I+D (y lo dicen en prensa, porque si no ni sabríamos de su existencia), mientras nuestras organizaciones tampoco hacen la dichosa I+D. Está claro que es totalmente penalizable que lo hagan aquí. Es ironía. Mientras, podrían hacerlo en otro lugar con mucha menos resistencia. En otro sitio, seguramente estarían mucho más apoyados. Y menos mal que no necesitamos el beneplácito de algunos gurús para desarrollar económicamente nuestros proyectos en la España de la excelencia. No podemos tener un mercado de gamas y calidades, los cuñados lo exigen todo perfecto. Al menos podrían aprender algunos insultos castellanos, sería todo más divertido.

Pero la noticia que se ha llevado la atención de los criticones es la de Hawerks. Va El Confidencial y publica una noticia sobre el ideal del pelotazo español. Según cuentan, ellos lo hacen vendiendo gafas a través de un medio que han ido conociendo sobre la marcha: internet. Y se forran.

Hawkers

El error, creo, es criticar que hacen gafas de plástico malo. Aún así, hay sitio para todos. Todos tenemos la libertad de consumir lo que queramos. A mí, desde luego, me parece una historia que -si es cierta- es envidiable, pero ahí tenemos a todos los odiadores profesionales en repetir la misma cantinela de que si son de fabricación china (y por tanto eso lo hace cualquiera), que si son copias o que son de mala calidad.

Es una lástima que no emitan un Sálvame para pseudo-listos las 24 horas del día.

Estos casos son el recuerdo de que queda mucha gente válida pese al éxodo de talento. Y que cualquiera puede acabar compitiendo con una marca yankee que hoy está haciendo exactamente lo mismo que ellos: explotar patentes caducadas.

No vamos a obviar que, por suerte, contamos con una libertad de expresión envidiable desde muchas partes del mundo. Sin embargo, desperdiciándola de esta manera probablemente estemos demostrando que somos mucho menos inteligentes que todos los que trabajan antes de mirar la prensa.

Al final, hasta este post es opinión, pero no nos confundamos, la frontera entre opinar y juzgar es muy difusa, además de inútil.

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